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Breve
Prontuario en Torno a Nuestra Tradición Navideña
Nuestra
intención es lograr que las futuras generaciones aprendan mediante
nuestro ejemplo y ellas a su vez transmitan una de las mas hermosas
costumbres folklóricas de Puerto Rico, la trulla navideña. A este
respecto es importante que conozcamos ciertos datos sobre esta tradición
y así haremos mejor lo que estamos haciendo.
La
parranda navideña, conocida por nuestro jíbaro como una trulla,
es un regalo musical (aguinaldo) que músicos y trovadores llevan a
sus amistades durante el periodo navideño. Nuestro pueblo enmarca el
periodo navideño entre el 15 de diciembre y el 15 de enero. Dos
factores son los determinantes de estas fechas. El primero es el
factor social; el fin de la cosecha de café a principios de diciembre
y el comienzo de la zafra a mediados de enero. El segundo es el factor
religioso; las fiestas de Adviento, Navidad y Epifanía. Estas fiestas
están marcadas por las misas de aguinaldo, son 9 y van del 16 al 24
de diciembre, Nochebuena, Santos Inocentes, Año Nuevo y Santos Reyes.
El espíritu festivo es extendido por nuestro jíbaro 8 días después
de Reyes (Octavas) y los más animados por 8 días mas (Octavitas).
Esto deja claro el carácter socioreligioso de estas celebraciones.
Esto a su vez es reafirmado por el hecho que en nuestra trova
prevalecen los temas de el amor, la religión y el incidente
arrabalero.
Las
trullas navideñas pre-1900 consistían principalmente de música jíbara
conocida también como de monte
adentro que no es otra cosa que coplas estilo español y con letra
criolla, siendo la décima la forma y métrica más usada para la
trova. Además incluye los llamados baffles de "garabato"
contrapuestos a los baffles de sociedad. Entre los baffles de garabato
están el fandanguillo, las cadenas, el caballo, el sonduro o
matatoros y el seis, siendo este último el más popular, y el
prevaleciente. En sus orígenes las cadenas tuvieron mayor aceptación
por ser un derivado de la seguidilla animado y vistoso. El seis le
sobrepasó "porque no es atronador como el sonduro, ni frío como
el fandanguillo y el caballo."
Los
seises no tienen títulos sino que se denominan por algún detalle tal
como la coreografía: el seis chorreao, enojao, amarrao; el pueblo de
origen: Fajardeño, Cagueño, Orocoveño, Llanero; por la forma de
cantarse: controversia, lamento, seis con décima; o aquél que lo
popularizó como en el Andino, Villarán o Mapeyé.
El seis chorreao cautivó al campesino puertorriqueño por lo alegre,
móvil y ágil de su música y por el movimiento de los pies que se
deslizan como si se chorrearan por el piso. Aunque María Cadilla nos
dice que el seis chorreao es un "baile antiguo"
comparado con los "seises", el baile español
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de
donde el seis se originó, el chorreao es una creación reciente
(circa 1870) atribuida a Julián de Andino, quien fue el que popularizó
el Seis de Andino.
En
los grupos de campesinos más pulidos, la música de monte adentro era
alternada con danzas, mazurcas y polkas (música tradicionalmente de
salón) y villancicos y alegorías (música de tradición española).
Ya para fines del siglo XIX y gracias en parte a la abolición de la
esclavitud en Puerto Rico, la música negroide (música costera) como
la bomba y la plena se integran a las celebraciones regularmente y por
lo tanto no era extraño el oír algo de esta música fuera de las
costas. Sin embargo era y es más común oír música de monte adentro
en la costa, que música costera, monte adentro.
Es
importante notar que la parranda navideña como tal era una costumbre
popular en los campos mas no en la ciudad, donde el jíbaro y sus
costumbres eran vistas de manera despectiva. Sólo campesinos
acostumbraban llevar asaltos y trullas. No fue sino hasta entrados los
1900s que se ven los bailes y la música jíbara en la ciudad.
Sobre
los instrumentos musicales nos narra Manuel Alonso en su obra "El
Gíbaro" para el 1849:
"
... forman una orquesta completa una bordonúa, un tiple, un cuatro,
un carracho,
y una maraca."
Alonso
nos expone al cuatro como un intermedio entre el tiple y la bordonúa
en tamaño y probablemente en sonido. Destaca en su descripción más
la construcción de los instrumentos que su sonido. Mayor información
nos brinda sobre esto el Dr. Francisco Del Valle Atiles a11á para el
1887 donde nos dice:
"
... la maraca, especie de sonaja de origen indio, que por su nombre y
por el ruido que produce podría compararse con la matraca, tosco y
primitivo ...; el güiro, ... guachapeo seco que ocasiona al raspear
sobre su lineada superficie ..., el tiple, guitarrillo de cinco
cuerdas, que ofrece la inexplicable particularidad de tener la prima y
la quinta iguales, to que da lugar a una combinación anómala de
sonidos; el cuatro, que tiene cinco cuerdas dobles, colocadas de dos
en dos, se templa con la bandurria y se toca como ésta; la bordonúa
lleva seis cuerdas ..."
Es
interesante el hecho que se utiliza un palillo de madera para raspar
el güiro en vez de la raspa multi‑alambrada que se usa en la
actualidad, pero es de mayor importancia aún el hecho que la
tradicional guitarra española no se menciona en los escritos sobre música
jíbara y por ende presumimos que el costo de dicho instrumento
limitaba su acceso al jíbaro y que los instrumentos antes mencionados
de cuerda no son otra cosa que rústicas creaciones de nuestro jíbaro
La ausencia de la guitarra en la música jíbara lo confirman los
exponentes más fieles a esta música quienes puntean los bajos de la
guitarra en sustitución de la bordonúa, guitarrón grande de sonido
bajo.
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La
bordonúa no utiliza acordes como la guitarra sino que se usa como un
contrabajo más floreteado o adornado. El tiple guarda mayor relación
con el requinto moderno que con el cuatro, que probablemente tuvo una
evolución independiente de la guitarra y el tiple. Su encordación to
relaciona con un antecesor común a la guitarra, la vihuela, versión
española del laud. El cuatro, al igual que la vihuela y el laud, usa
cuerdas en pares afinadas en el mismo tono. La afinación del cuatro es
muy particular y no se utiliza en ninguno de los otros instrumentos
mencionados.
El
jíbaro favorecía la utilización de los instrumentos como solistas,
haciéndolos "cantar" la melodía. El violín tuvo mucha
aceptación en las parrandas modernas (circa 1910).
Otros
instrumentos fueron añadiéndose a la orquesta parrandera. La clave, o
los palitos, cobraron mucha importancia particularmente en los ritmos
cadenciosos. Los bongós provenientes de Cuba al igual que las pailas o
pleneras, proveen la percusión a las parrandas de música costera. Éstas
se hacen frecuentemente en Loíza y Rio Grande.
Para
los 40 comienzan las Tunas en Puerto Rico con la visita de la Tuna de
Estudiantes de la Universidad de Salamanca y se crea la Tuna de la
Universidad de Puerto Rico. Estos grupos cantan y bailan música coral
monofónica de corte español pero van evolucionando hasta llegar a lo
que cantan hoy, corales de tema popular y alguno de corte religioso.
Este tipo de canción predomina en las parrandas modernas.
Como
grupo, hemos incorporado todos estos estilos de música que a través
del tiempo han formado repertorio de parranda. Además hemos incluido música
popular contemporánea de tema bucólico, religioso, tradicional y otros
(i.e. La Muralla, Arre Mula, etc.) para mayor animosidad y estar a tono
con los tiempos; esto a su vez sin olvidar nuestro pasado.
Espero
que luego de leer esta reseña de la historia de esta costumbre estemos
en mayor disposición de preservar y disfrutar de nuestra particular
celebración de la Navidad.
Juan
Espinosa diciembre del 84
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Del
Valle Atiles, Francisco. El Campesino Puertorriqueño. Tip.
J. González Font, P.R., 1887.
Ammer, Christine. Harper's
Dictionary of Music. Harper & Row, New York, 1972.
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