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Breve Prontuario en Torno a Nuestra Tradición Navideña

Nuestra intención es lograr que las futuras generaciones aprendan mediante nuestro ejemplo y ellas a su vez transmitan una de las mas hermosas costumbres folklóricas de Puerto Rico, la trulla navideña. A este respecto es importante que conozcamos ciertos datos sobre esta tradición y así haremos mejor lo que estamos haciendo.

La parranda navideña, conocida por nuestro jíbaro como una trulla[1], es un regalo musical (aguinaldo) que músicos y trovadores llevan a sus amistades durante el periodo navideño. Nuestro pueblo enmarca el periodo navideño entre el 15 de diciembre y el 15 de enero. Dos factores son los determinantes de estas fechas. El primero es el factor social; el fin de la cosecha de café a principios de diciembre y el comienzo de la zafra a mediados de enero. El segundo es el factor religioso; las fiestas de Adviento, Navidad y Epifanía. Estas fiestas están marcadas por las misas de aguinaldo, son 9 y van del 16 al 24 de diciembre, Nochebuena, Santos Inocentes, Año Nuevo y Santos Reyes. El espíritu festivo es extendido por nuestro jíbaro 8 días después de Reyes (Octavas) y los más animados por 8 días mas (Octavitas). Esto deja claro el carácter socioreligioso de estas celebraciones[2]. Esto a su vez es reafirmado por el hecho que en nuestra trova prevalecen los temas de el amor, la religión y el incidente arrabalero[3].

Las trullas navideñas pre-1900 consistían principalmente de música jíbara conocida también como de monte adentro que no es otra cosa que coplas estilo español y con letra criolla, siendo la décima la forma y métrica más usada para la trova. Además incluye los llamados baffles de "garabato"[4] contrapuestos a los baffles de sociedad. Entre los baffles de garabato están el fandanguillo, las cadenas, el caballo, el sonduro o matatoros y el seis, siendo este último el más popular, y el prevaleciente. En sus orígenes las cadenas tuvieron mayor aceptación por ser un derivado de la seguidilla animado y vistoso. El seis le sobrepasó "porque no es atronador como el sonduro, ni frío como el fandanguillo y el caballo."[5]

Los seises no tienen títulos sino que se denominan por algún detalle tal como la coreografía: el seis chorreao, enojao, amarrao; el pueblo de origen: Fajardeño, Cagueño, Orocoveño, Llanero; por la forma de cantarse: controversia, lamento, seis con décima; o aquél que lo popularizó como en el Andino, Villarán o Mapeyé.[6] El seis chorreao cautivó al campesino puertorriqueño por lo alegre, móvil y ágil de su música y por el movimiento de los pies que se deslizan como si se chorrearan por el piso. Aunque María Cadilla nos dice que el seis chorreao es un "baile antiguo"[7] comparado con los "seises", el baile español


de donde el seis se originó, el chorreao es una creación reciente (circa 1870) atribuida a Julián de Andino, quien fue el que popularizó el Seis de Andino.[8]

En los grupos de campesinos más pulidos, la música de monte adentro era alternada con danzas, mazurcas y polkas (música tradicionalmente de salón) y villancicos y alegorías (música de tradición española). Ya para fines del siglo XIX y gracias en parte a la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, la música negroide (música costera) como la bomba y la plena se integran a las celebraciones regularmente y por lo tanto no era extraño el oír algo de esta música fuera de las costas. Sin embargo era y es más común oír música de monte adentro en la costa, que música costera, monte adentro.

Es importante notar que la parranda navideña como tal era una costumbre popular en los campos mas no en la ciudad, donde el jíbaro y sus costumbres eran vistas de manera despectiva. Sólo campesinos acostumbraban llevar asaltos y trullas. No fue sino hasta entrados los 1900s que se ven los bailes y la música jíbara en la ciudad.

Sobre los instrumentos musicales nos narra Manuel Alonso en su obra "El Gíbaro" para el 1849:

" ... forman una orquesta completa una bordonúa, un tiple, un cuatro, un carracho[9], y una maraca.[10]"

Alonso nos expone al cuatro como un intermedio entre el tiple y la bordonúa en tamaño y probablemente en sonido. Destaca en su descripción más la construcción de los instrumentos que su sonido. Mayor información nos brinda sobre esto el Dr. Francisco Del Valle Atiles a11á para el 1887 donde nos dice[11]:

" ... la maraca, especie de sonaja de origen indio, que por su nombre y por el ruido que produce podría compararse con la matraca, tosco y primitivo ...; el güiro, ... guachapeo seco que ocasiona al raspear sobre su lineada superficie ..., el tiple, guitarrillo de cinco cuerdas, que ofrece la inexplicable particularidad de tener la prima y la quinta iguales, to que da lugar a una combinación anómala de sonidos; el cuatro, que tiene cinco cuerdas dobles, colocadas de dos en dos, se templa con la bandurria y se toca como ésta; la bordonúa lleva seis cuerdas ..."

Es interesante el hecho que se utiliza un palillo de madera para raspar el güiro en vez de la raspa multi‑alambrada que se usa en la actualidad, pero es de mayor importancia aún el hecho que la tradicional guitarra española no se menciona en los escritos sobre música jíbara y por ende presumimos que el costo de dicho instrumento limitaba su acceso al jíbaro y que los instrumentos antes mencionados de cuerda no son otra cosa que rústicas creaciones de nuestro jíbaro La ausencia de la guitarra en la música jíbara lo confirman los exponentes más fieles a esta música quienes puntean los bajos de la guitarra en sustitución de la bordonúa, guitarrón grande de sonido bajo.  


La bordonúa no utiliza acordes como la guitarra sino que se usa como un contrabajo más floreteado o adornado. El tiple guarda mayor relación con el requinto moderno que con el cuatro, que probablemente tuvo una evolución independiente de la guitarra y el tiple. Su encordación to relaciona con un antecesor común a la guitarra, la vihuela, versión española del laud. El cuatro, al igual que la vihuela y el laud, usa cuerdas en pares afinadas en el mismo tono. La afinación del cuatro es muy particular y no se utiliza en ninguno de los otros instrumentos mencionados.[12]

El jíbaro favorecía la utilización de los instrumentos como solistas, haciéndolos "cantar" la melodía. El violín tuvo mucha aceptación en las parrandas modernas (circa 1910).

Otros instrumentos fueron añadiéndose a la orquesta parrandera. La clave, o los palitos, cobraron mucha importancia particularmente en los ritmos cadenciosos. Los bongós provenientes de Cuba al igual que las pailas o pleneras, proveen la percusión a las parrandas de música costera. Éstas se hacen frecuentemente en Loíza y Rio Grande.

Para los 40 comienzan las Tunas en Puerto Rico con la visita de la Tuna de Estudiantes de la Universidad de Salamanca y se crea la Tuna de la Universidad de Puerto Rico. Estos grupos cantan y bailan música coral monofónica de corte español pero van evolucionando hasta llegar a lo que cantan hoy, corales de tema popular y alguno de corte religioso. Este tipo de canción predomina en las parrandas modernas.

Como grupo, hemos incorporado todos estos estilos de música que a través del tiempo han formado repertorio de parranda. Además hemos incluido música popular contemporánea de tema bucólico, religioso, tradicional y otros (i.e. La Muralla, Arre Mula, etc.) para mayor animosidad y estar a tono con los tiempos; esto a su vez sin olvidar nuestro pasado.

Espero que luego de leer esta reseña de la historia de esta costumbre estemos en mayor disposición de preservar y disfrutar de nuestra particular celebración de la Navidad.

 

Juan Espinosa diciembre del 84


[1] Díaz Montero, Anibal. Del Español Jíbaro. San Juan, P.R. 1979

[2] Escabí, Pedro y Elsa Escabí. La Décima. UPRED, San Juan, 1976.

[3] López Cruz, Francisco. La Música Folklórica de Puerto Rico. Troutman Press, Conneticut, 1967

[4] Alonso, Manuel. El Gibaro. Ed. Colegio de Hostos, San Juan, 1949

[5] Alonso Manuel. Ob. cit.

[6] López Cruz, Francisco. Ob. cit.

[7] Cadilla de Martinez, María. La Poesía Popular de Puerto Rico. Gráficas Reunidas S.A. Madrid, 1933

[8] Rosa‑Nieves, Cesareo y Esther M. Melón. Biografías Puertorriqueñas. Troutman Press, Conneticut, 1970.

[9] Tradicionalmente conocido como güiro.

[10] Alonso, Manuel. Ob. Cit.

[11] Del Valle Atiles, Francisco. El Campesino Puertorriqueño. Tip. J. González Font, P.R., 1887.

[12] Ammer, Christine. Harper's Dictionary of Music. Harper & Row, New York, 1972.